¿La prostitución?, si, y todo lo relacionado con el negocio del sexo. Hablaremos en esta ocasión de la más que interesante relación que mantiene con las redes sociales y los usuarios. Y es que ya en la antigua Roma las prostitutas escribían los primeros “graffitis” (palabra romana), en los muros de sus burdeles. “Hit habitat felicitas” (Aquí vive la felicidad) acompañado de un dibujo de un gran pene. Eso, y cosas mucho más fuertes, desde luego. Sería imposible de imaginar para alguna de aquellas prostitutas de la antigua Roma, que en pleno siglo XXI, casi 500 millones de usuarios de Facebook en todo el mundo usarán sus “muros” en este caso virtuales para comunicar su estado de ánimo e inquietudes parecidas.
«Aquí vive la felicidad» graffiti romano situado a la puerta de los burdeles
Y es que, la reflexión de fondo en este post, es que a menudo, tenemos mucho que aprender del negocio sexual y de su relación con los consumidores en todo lo que se refiere a comunicación y tecnología. De todos es sabido, que las páginas porno y sus desarrolladores han sido a menudo los auténticos pioneros en el uso y desarrollo de formatos digitales de imagen y vídeo, banners, pop ups, pasarelas de pago, e-comerce, spam… con más o menos ética, este mundo sórdido en ocasiones, no hace más que adelantarse y/o sobrepasarse respecto al marketing convencional.
En relación a las redes sociales, parece que el sexo últimamente ha encontrado un hueco en Twitter, algunos de vosotros ya lo habréis comprobado. Se trata de señoritas que tienen su perfil y siguen tus comentarios. Normalmente, con nombres exóticos y una foto de perfil muy sugerente, el usuario medio tiende a corresponder este interés mostrado cuando alguien le sigue con al menos una visita al perfil para ver de quién se trata. Y aquí está la estrategia, tan básica, tan primitiva como maligna. Cuando visitas el perfil, encuentras un perfecto reclamo sexual que utiliza Twitter para mantener a sus contactos calientes. Pero no calientes en el sentido marketiniano de la palabra, sino en el más puro sentido literal. De esta manera, nos encontramos con el medio perfecto para la actividad perfecta, microblogging sexual. Y es que imaginarnos y enterarnos de que “Samanta” por ejemplo acaba de salir empapada de la ducha y se ha hecho unas fotos, o que Samanta está sola comiéndose unas fresas con nata es por lo menos 100 millones de veces mejor que entrar en cualquier página a ver carne en directo. Lo único que necesita “Samanta” en este caso, es platear una mecánica sencilla (y de pago) para aliviar a sus acalorados seguidores.
Y éste es precisamente el punto didáctico del post. Las marcas, deben comunicarse con sus clientes como lo hace la buena de Samanta. No en el tono ni en el estilo, pero si en el fondo. Hay que dar al usuario contenidos interesantes y relevantes, hay que variar los contenidos y hay que mantenerlos calientes. De nada le serviría a Samanta comentar que está acompañando a su madre al otorrinolaringólogo, o que se está friendo unos huevos con chistorra, y desde luego, sería aun peor si siempre comentase lo mismo o lo hiciese como mucho una vez al día.
Por suerte, Twitter cancela en menos de 12 horas y con sorprendente eficacia estos perfiles, y al igual que en Facebook, no ven bien que se use su herramienta para ciertos temas.
Pero en definitiva, si algún negocio está directamente relacionado con los consumidores finales, con sus más puros, impuros o íntimos instintos de compra ese es el negocio del sexo e historicamente este negocio siempre ha sido puntero en su comunicación. Por tanto, y manteniendo por supuesto el respeto y los pies en la tierra, es en ocasiones un buen sector en el cual inspirarnos.